Al abandonar esos andurriales comprendí, sin embargo, que poco era lo que podíamos decir sobre nuestra experiencia de aquella noche. Ambos nos sentíamos felices, pero supimos sin asomo de nada - y sin necesidad de decírnoslo- que no eramos capaces de reflexionar o de discernir sobre la naturaleza que lo que habíamos vivido.
Bolaño, 2001, p.195
J. Peralta
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