Mirar la puesta de sol tras los cordones de cerros, apoyandome en el humo psicoactivo, Av. Americo Vespucio, un par de amigos, y el Lunes con rostro de verdugo. Quien sabe lo que viene mañana, pero aquí dan ganas de quedarse. Lastima, que incluso en Maipú las puestas de sol, preciosos ocasos, tienen que terminar.
J. Peralta
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