Aquí, el mundo sigue avanzando, pero para que contarte si en teoría estas mirando silenciosa. Hoy no soñé contigo, ayer tampoco. La verdad es que nunca lo he hecho. Pero te veo todos los días y en todas partes. ¿Para que soñar con tal privilegio?, si los sueños son quimeras que gracias a mi escepticismo las veo como un sin-sentido. A veces extraño tu sonrisa y tu humor y a veces tus caderas. Combinados la pena y la rutina resultan un hibrido que rara vez hacen llorar, haciendo parecer que esto es fácil. Imbeciles, esto no es fácil y no lo van a entender, jamás. Es en este momento donde mi escrito de hace un tiempo cobra sentido. Pena es un concepto tan manoseado que se hace familiar, pero que cuando toma forma de Mujer y Muerte, de Eros y Tanatos, la pena del projimo me causa risotadas. Sus penas son igual a las mías? ni en mil años sus ojos verán pasar tanto como los mios. Acusame de soberbio o de arrastrado, pero el que está realmente seguro, no se vanagloria con esto, así como el arrastrado no se arrastra con esto, y si se arrastra como un gusano es porque no fué suficiente su dolor. Si, definitivamente me causa rabia verte avanzar y luego verme estancado en el desierto que nunca fue pantano. Mis conceptos acaban de explotar en dos pedazos y uno lo dejo acá. El otro pedazo lo encargo a la bendita y cruel carcajada del destino, que espero me traiga algún trozo de pastel. Entiendo tanto, pero tanto que no puedo compartirlo con lo que no espera mis palabras. Algun dia compartiremos los pedazos de eternidad que se revelaron en el final de nuestros días.
J. Peralta
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